¿De qué manera influyen las nuevas reglas para construir con el COVID-19?
Más allá del establecimiento de medidas sanitarias en los espacios de construcción, el distanciamiento social en la edificación se ha convertido en un dilema y una nueva dinámica que las constructoras buscan resolver.
De los protocolos, densidades y separación del personal, tras el cierre total de actividades producto de la jornada de sana distancia, el reinicio de actividades estableció cambios.
En esta ola se involucran desarrolladores, arquitectos, responsables de gerencia de construcción y una amplia red de distribuidores, tomando como punto de referencia la Norma 035.
Estas variables se encaminan en primera instancia a evitar contagios, pero también a cumplir los puntos específicos de los contratos de construcción respecto al tiempo, precio y calidad.
Particularmente se trata de una tendencia que va de proyectos pequeños hasta obras de gran dimensión donde el cumplimiento de los prospectos financieros, a través del adecuado control de costos, sea prioritario.
Un elemento que ha sido fundamental en esta transformación es la tecnología y las políticas con las que las empresas plantean un nuevo escenario de bienestar en el personal, en este caso el de la edificación.
Con anterioridad, algunas constructoras habían atendido aspectos como el impacto psicológico y la salud mental de los trabajadores.
Sin embargo, ahora todo va más allá. El modelo ha encontrado en la edificación pre conceptualizada mediante el diseño BIM (Building Information Modeling) beneficios, ahora complementados con distintos formatos de edificación.
Es así que al igual que el trabajo remoto (home office) hizo posible mantener la operación de múltiples empresas, en la construcción algunas firmas instrumentaron medidas para reducir hasta 45% el número de trabajadores permanentes en la obra.
La forma de lograrlo fue generar una reingeniería de los procesos de edificación, al trasladar áreas como la fabricación de cortes, cubiertas y distintos elementos a talleres alternos, para ser colocados una vez que es requerido en el lugar.
Esta medida reduce el riesgo de contagio y si bien controla los costos, crea una posibilidad de acortar el tiempo de ejecución de la obra, dado que pueden generarse procesos simultáneos con distintos contratistas involucrados en los procesos de construcción.
Por ende, la operación se concentra en mantener en la obra a topógrafos, señaleros y choferes, cuya presencia es posible gracias a un menor volúmen de colaboradores a quienes se facilita aplicar medidas sanitarias y en algunos casos, horarios escalonados.
De esta manera, y a través de la participación de personal técnico capacitado para supervisar los elementos factibles de incorporar al modelo es que distintas obras han podido avanzar, superando los tiempos establecidos antes del COVID-19. Estos elementos se complementan con algunos modelos utilizados con anterioridad en los proyectos. Es el caso de las fachadas prefabricadas.
Atender este reto hace posible que el regreso al espacio de trabajo sea seguro y que conviva con la integración de medidas de sanitización recurrente, para resolver de manera eficiente las necesidades actuales en la edificación.